domingo, 22 de julio de 2012
La Asociación de Enseñantes con Gitanos y la Educación Intercultural
La sociedad en que vivimos es multicultural. En ella convivimos personas con diferentes características culturales. Esta diversidad, que es un potencial de riqueza cultural, a menudo se presenta como causa de problemas y conflictos. A esto se añade el hecho de que cada vez se producen más hechos de discriminación, racismo, xenofobia... Entendemos que para superar esta situación es necesario plantearse la práctica intercultural a nivel educativo, social, cultural... La perspectiva intercultural debe suponer un instrumento fundamental en la lucha contra la injusticia social.
Últimamente se oye hablar mucho de interculturalidad, educación intercultural..., si bien en la mayoría de los casos se encuentra ligada a diferencias culturales "visibles" (gitanos, determinados inmigrantes, extranjeros...) o a situaciones de marginación social que precisan mecanismos compensadores. A menudo se asume una retórica de lo intercultural que no va más allá de las declaraciones de intenciones, que no implica análisis profundos ni cambios en las prácticas.
La Asociación de Enseñantes con Gitanos nunca ha entendido así lo intercultural como algo ligado a diferencias culturales visibles y aislado de las desigualdades sociales. Es necesario desvelar y denunciar el discurso intercultural que, ignorando la desigualdad social y los mecanismos generadores de la marginación, puede llegar a constituir una nueva coartada para el mantenimiento de la discriminación y de la exclusión social, una justificación para eludir nuestra responsabilidad en el estado actual de los desequilibrios sociales.
Por el contrario, necesitamos entrar al debate sobre la concepción de la interculturalidad para defender una perspectiva ideológica y pedagógica que haga de ella algo enriquecedor, que nos implique en la reflexión y la práctica cotidianas. Con esta intención hemos elaborado el presente documento.
Diversidad cultural e interculturalidad
Una buena manera de identificar los diferentes planteamientos sobre la interculturalidad puede constituirla el análisis de lo que cada uno de ellos entiende por diversidad cultural. Hay diversas respuestas a las preguntas ¿dónde hay multiculturalidad? ¿dónde hace falta una intervención educativa sobre la diversidad cultural? Y cada una de esas respuestas nos conduce a planteamientos diferentes, incluso contrapuestos: la lectura que se hace del concepto "diversidad cultural" (y de su presencia en nuestros contextos), está sesgando completamente todo análisis y desarrollo posterior.
Hay una primera restricción en la conceptualización de la multiculturalidad que consiste en reducir esta a la presencia física de lo que llamamos grupos culturales minoritarios. Se deduce por tanto que tales grupos oponen sus diferencias a una presunta cultura mayoritaria. Evidentemente, esta primera reducción del concepto de interculturalismo se opone a una concepción de lo cultural compleja, dinámica, cambiante. Adjetivos que no hacen sino subrayar las posibilidades de interacción, flexibilidad, intercambio. En definitiva, no es posible concebir una cultura que no esté configurada por diversidad de subculturas, esto es, sin una rica intracultura. Y, además, no es posible concebirla sin relación con las demás porque la propia identidad cultural nace de la toma de conciencia de la diferencia, lo intercultural es constitutivo de lo cultural. Si se asume esta primera reducción, se percibe como innecesario un verdadero análisis cultural global, donde no sólo se atienda al intercambio cultural que se produce cuando se detecta presencia de grupos humanos "culturalmente diferentes";sino también, y muy fundamentalmente, a aquellos agentes que más decisivamente generan cambio cultural (medios de comunicación, cambios económicos, organización del ocio...), y que, por otra parte, no suelen formar parte de este análisis.
Por otro lado, hay una segunda restricción que hace referencia al tipo de sujetos que se perciben, aquellos que constituyen la presencia física de "diferentes". Desde esta percepción se vincula "grupo cultural minoritario" fundamentalmente al factor étnicoracial, esto es, centrada en aquellos colectivos que aportan una diversidad visible (comunidad gitana, inmigrantes extranjeros -magrebíes, africanos subsaharianos. . . -). Evidentemente, nuestra constitución sociocultural es, sin duda, más amplia, más compleja y más rica; y no se deduce substancialmente de "lo étnico" (por otro lado, y dicho sea de paso, resulta sospechoso observar cómo, desacreditada la variable racial, lo étnico se está convirtiendo en un peligroso eufemismo). El análisis de nuestra pluralidad cultural se fundamenta sin duda en otros muchos argumentos, y debiera partir, en primer lugar, por los de la propia diversidad intrínseca de la sociedad española: comunidades culturales históricas, realidades multilingües, minorías específicas (como la gitana); que hacen del Estado español una imagen deseable de mosaico de culturas, de país de países.
A menudo esta restricción de lo étnico se agudiza aun más, al hacer visible este factor fundamentalmente para aquellos grupos que se encuentran en contextos socioeconómicos desfavorecidos, marginales. Se produce así una mayor restricción del concepto así como una perversa deformación, una interesada manipulación que se sirve de la diversidad para naturalizar y justificar la desigualdad: la asociación de marginación y diversidad, deficiencia y diferencia.
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