Carta abierta al Ministro Wert sobre los programas bilingües de inglés
Sr. Ministro: Usted ha anunciado la intención de su gobierno de
extender el programa bilingüe de inglés en la enseñanza por toda España.
Como residente en la Comunidad de Madrid, he sido testigo y usuaria (mi
hija) de dicho programa en esta Comunidad, que lleva años implantándolo
y publicitándolo como su gran apuesta de futuro en materia educativa.
Creo que es urgente y necesario evaluar y cuestionar dicho programa: sus
resultados, su viabilidad en el actual formato y si es la inversión que
los niños y el futuro del país necesitan.
Fui profesora de inglés durante 8 años; soy licenciada en
Traducción, tengo el Proficiency de Cambridge desde el año 83, de niña
iba a Inglaterra los veranos y de adulta he vivido en países
anglosajones. No soy la única en estar convencida de que el programa
educativo bilingüe de la Comunidad e Madrid, es una absurda
inversión de recursos, pedagógicamente un fracaso y peor aún, que
amenaza con degradar (más) la calidad de la enseñanza en los centros
públicos.
¿Bilingües?
Lo primero es llamar a las cosas por su nombre. El término
“bilingüe” es confuso, y se ha aprovechado su indeterminación para hacer
un uso propagandístico y tramposo del mismo: Hay quien lo usa para
indicar que un hablante es capaz de comunicar en 2 lenguas,
independientemente del nivel (y así lo está usando la CAM). Sin embargo,
en el contexto de la enseñanza, cuando decimos “niños bilingües”
generalmente se entiende la acepción más lingüística del término que
implica un control nativo de ésta. Hasta hace unos años “colegio
bilingüe” implicaba un centro donde:
a) los niños, aprovechando su capacidad innata, aprendían una lengua alcanzando al final de la primaria una competencia nativa
b) casi todos los profesores del centro eran nativos de la lengua
en cuestión.Ninguno de estos dos requisitos se cumplen en los ”colegios
bilingües” de la CAM; pero el término ha sido usado como reclamo
publicitario por su capacidad de dotar a las clases medias de un deseado
prestigio social. Sería más honesto llamarlos algo así como “colegios
con inglés reforzado”. Pero aún así, lo esencial es preguntarse si su
funcionamiento es óptimo, si el esfuerzo humano y de recursos merece la
pena para los resultados obtenidos, y si se podrían obtener los mismos
resultados con un sistema más sencillo, más realista y más ajustado a
nuestras posibilidades.
No es posible implementar un verdadero programabilingüe sin un
número importante de profesores nativos que impartan las materias. Es
cierto que existen algunas personas no nativas cuyo dominio del inglés
les permite una fluidez cercana a la de un nativo, necesaria para ser
capaz de transmitir contenidos en un aula de manera eficaz (lo que en el
Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas se clasifica como
hablante competente C1). Pero éstas no abundan en España (requiere haber
vivido largo tiempo de inmersión en un entorno anglosajón) y no suelen
ser profesores.
La habilitación de los profesores
Muchos de los profesores que fueron habilitados para participar en
el programa bilingüe de primaria recibieron la formación especifica de
la CAM, que consiste en un curso de 30 horas de la metodología AICOLE y
4 semanas de estancia en una universidad anglosajona partiendo de un
nivel B2 (niveles según el Marco Común Europeo de Referencia para las
Lenguas), y lo mismo más un curso de 100 horas para los de nivel B1
(ambos niveles evaluados por la Consejería). Ni el nivel B1 ni el B2
capacitan a nadie para impartir clases en una lengua, y ni 4 semanas, ni
10 en una universidad extranjera son suficientes para hacer que un
adulto pase de un nivel B2 a un C1 (usuario competente). Ahora, la
habilitación se realiza mediante una prueba, que según la CAM, garantiza
el nivel C1.
Muchos profesores habilitados del programa bilingüe de la CAM no
tienen un nivel C1, al menos en su competencia oral. Y lo afirmo
basándome en mi propia observación y también en la de otras madres y
padres (algunos nativos y profes) de niños en escuelas bilingües de
primaria. Muchos hemos observado el bajo nivel de inglés y la pésima
pronunciación de un numero importante de profesores/as, y como ejemplo
diré que una de ellas, profesora de 3ª de Science, preguntaba, al
preparar la lección, el significado de “breathe”; conozco varios casos
en los que niños realmente bilingües, (hijos de padre o madre
anglosajón) comentan a sus madres que la profe no sabe hablar inglés.
La prueba de habilitación de la CAM está dividida en 2 fases: La
primera prueba determina el conocimiento pasivo de la lengua
(comprensión) y el dominio de la gramática, todo ello por escrito. De
esta prueba están exentos varios colectivos, entre otros, quienes hayan
cursado el Plan de Formación Específica diseñado por la Conserjería de
Educación. La segunda fase, la oral, que es la que pondrá de manifiesto
la competencia real del profesor, puede durar entre 10 y 20 minutos en
los que el candidato hablará “sobre temas de actualidad en general o relacionados con el sistema educativo” (BOCM, ORDEN 1672/2009,
de 16 de abril). El tribunal a quien corresponde la elaboración de los
ejercicios y la calificación de las pruebas es designado por la
Dirección General de Recursos Humanos de la Consejería de Educación y no
por un órgano independiente; y el BOCM, en lo relativo a la
capacitación lingüística del tribunal tan sólo indica que sus miembros
serán elegidos “de entre funcionarios de carrera con la formación
lingüística suficiente” sin especificar qué se considera suficiente. En
cualquier caso, no son hablantes nativos de inglés y pertenecen a un
colectivo interesado en la implementación del programa.
Pero lo que quizá muchos desconocen es que incluso un título de
traducción o de filología puede no garantizar en absoluto la competencia
lingüística oral y activa del titulado, y sin ésta, no es posible dar
clases. Existen traductores incapaces de hablar la lengua de la que
traducen. La realidad a la que los políticos, y gran parte de la
comunidad educativa y de las familias se han empeñado en dar la espalda
es que para un adulto hispanoparlante aprender a hablar inglés
de manera realmente fluida es algo muy difícil (puesto que nuestra
lengua no comparte raíces directas con el inglés), que requiere un
volumen de tiempo y de inmersión lingüística muy considerable no
asumible por las instituciones. Por otro lado, ser capaz de
transmitir contenidos de manera eficaz y mantener el interés de 25 o 36
alumnos en un aula es también muy difícil, incluso en castellano.
El aprendizaje de los niños
Saber inglés es entender el inglés oral y ser capaz de hablarlo de
manera que te entiendan en Inglaterra. Cuando un hispanoparlante aprende
inglés de adulto es difícil (a menudo imposible) adquirir una buena
pronunciación. Si los niños aprenden su inglés de ese adulto cuya
pronunciación del inglés es defectuosa, no solamente tendrán una mala
pronunciación, sino que NO podrán hacerse entender en UK o EEUU, puesto
que producirán palabras que no pertenecen a la fonética del inglés.
El inglés no es una lengua fonética a diferencia del español, es
decir, su forma escrita no nos sirve para saber cómo se dice. Los niños
de hasta 10 años aproximadamente tienen la capacidad innata de aprender
lenguas de manera natural, y éste es el maravilloso don natural que los
verdaderos colegios bilingües explotan (y por eso es imprescindible que
la enseñanza bilingüe comience en infantil); pero éste aprendizaje sólo
se produce con la lengua en su expresión oral, el uso del la lengua
escrita no sólo es inútil en cuanto al aprovechamiento de esa capacidad
innata, sino que puede ser contraproducente al provocar confusión y
rechazo en el niño, puesto que existe una disparidad entre lo que oye y
lo que lee. Efectivamente, las lenguas escritas son siempre un código
artificial, mientras que la lengua oral es natural y el niño tiene la
capacidad de aprenderla sin necesidad de estudiar.
La situación en las escuelas primarias adscritas al proyecto
bilingüe de la CAM es que los niños realizan, ya desde 1º, la parte más
sustancial de su aprendizaje del inglés con textos escritos como base.
Obviamente, los grupos de 25-30 niños no facilitan la comunicación oral,
pero además, la falta de seguridad lingüística del maestro/a le aboca
al uso del texto escrito como apoyo continuo. Ocurre que a los niños se
les pide que aprendan de memoria frases y párrafos enteros, perdiendo la
lengua toda su naturalidad y su sentido comunicativo, igual que en
otras épocas se aprendían los textos en latín: el inglés se convierte
así, para ellos, en una lengua muerta.
Para que los niños tengan un mínimo contacto con el verdadero
inglés están las auxiliares del programa bilingüe, lo que en parte viene
a reconocer el problema que acabo de describir. Las auxiliares están en
el aula al mismo tiempo que la profesora habitual de los niños (en el
mejor de los casos durante 3 horas semanales), generalmente en Science:
La profesora titular, que imparte la materia y la califica, transmite
los contenidos de Ciencias a los niños en un inglés esforzado y la
auxiliar hace de vocera, repitiendo los contenidos en un inglés natural.
La situación es un tanto absurda y poco eficaz pedagógicamente, puesto
que, por un lado, los contenidos de ciencias se pierden en el marasmo
lingüístico; y por otro, la eficacia comunicativa que podría tener una
clase directa de inglés con el/la nativa, se pierde. En el actual
programa el/la nativa no puede impartir docencia sin la presencia del
profesor titular, ni calificar, ni corregir ejercicios, ni vigilar el
patio……esta completamente desautorizada por el propio sistema y
obviamente su posición marginal afecta muy negativamente a su
posibilidad de transmitir la lengua a los niños.
En cuanto a la pedagogía y los contenidos del currículo, mientras
los niños son muy pequeños, las canciones, los juegos y los cuentos
pueden ser muy útiles; pero en Cono de 4º se estudian ya cosas de una
cierta complejidad como los estados de la materia, las combustiones,
etc., que en castellano se pueden explicar de manera visual, amena y
eficaz, pero en inglés se convierte en un verdadero reto para profesores
y alumnos y una fuente de estrés. En general, lo que se hace para poder
superar el reto es bajar el nivel de los contenidos, con lo que el
estudio de los estados de la materia, por seguir con el ejemplo, se
reduce en el aula bilingüe a memorizar 8 o 9 frases tipo “ water becomes ice”, “steam becomes water”,
frases cuyo contenido olvidarán poco después del examen, y puesto que
la atención habrá estado sobre todo focalizada en la lengua y no en los
contenidos, el resultado será que no habrán asimilado casi nada sobre
los estados de la materia y palabras como solidificación y condensación
serán completamente desconocidas para esos niños, bilingües, pero paletos.
La CAM difunde continuamente los buenos resultados de las pruebas
externas realizadas por el Trinity College que “garantizan” el nivel
alcanzado por los niños en el programa bilingüe, pero lo que no siempre
aclara es que estas pruebas son voluntarias y es cada maestro el que decide qué alumnos presentar a la misma.
En muchos centros los niños son entrenados intensiva y mecánicamente
para el examen durante varias semanas en las que el estrés de niños,
maestros y padres llega a cotas absurdas.
La realidad es que para una mayoría de niños la única vía para
poder sacar adelante el curso en el programa bilingüe es asistir a
clases particulares de inglés. Y la mayoría de los padres acaban
financiándolas: Es allí donde los niños realmente aprenden inglés
al final. Así, los niños con clases particulares salen adelante, los
que no, tienen serias dificultades. Con esta situación se produce la
paradoja de que los niños aprenderían la misma cantidad de inglés, y
mucho más relajadamente, si, cursando el programa escolar en castellano,
asistieran a la misma cantidad de clases particulares. Hay quien ha
sugerido que en realidad el programa bilingüe es una maniobra para escindir la escuela pública en dos castas: los que pueden pagar clases particulares y los que no, y así ahondar en nuestro modelo clasista de sociedad.
El “programa bilingüe” de secundaria es en cierto modo un
reconocimiento de la inviabilidad del programa, puesto que es, en
realidad, un programa con inglés reforzado y que no afecta a las
materias.
La continuidad del programa bilingüe de primaria se da en la
Sección Bilingüe, y para acceder a ella los niños de 6º deberán de pasar
el examen de Trinity. Lo que no se ha aclarado suficientemente es que el nivel exigido a estos niños de 6º es tan solo un B1.
El nivel B1 es el primer nivel después del básico y significa que el
alumno es capaz de comprender las ideas principales de un discurso
cuando éste es claro y normal y trata de asuntos cotidianos,
que puede participar en una conversación que trate sobre temas
cotidianos, que es capaz de escribir textos sencillos sobre temas
conocidos o de interés personal y que puede explicar y justificar
brevemente sus opiniones y proyectos.
¿Son estas habilidades comunicativas suficientes para que un alumno de 1º ESO pueda cursar Ciencias o Historia en inglés? Y, a nivel más general,
¿merecía la pena tanta inversión de recursos para alcanzar tan sólo un
nivel B1 también llamado “umbral”, lejos de lo clasificado como hablante
competente?
Cabe cuestionar muchos otros aspectos sobre la Sección.
Principalmente en lo relativo a la capacitación de los profesores como
hemos señalado más arriba, teniendo en cuenta que ahora ya los
contenidos son de una complejidad considerable y que el diálogo con
adolescentes es inviable sin un verdadero C1 oral como mínimo. Puesto
que, como hemos visto, es poco probable que ni profesores ni alumnos
tengan un nivel C1 en la ESO, habría que preguntarse: ¿Hasta dónde
tendrán que bajar el nivel de los contenidos para poder hacerlo en
inglés (alumnos y profesores)? , ¿Considera la Consejería de Educación
que la Biología (en un medio natural en peligro), la Geología, la
Geografía y la Historia de nuestros antepasados y de las civilizaciones
(en un mundo cuyo rumbo es incierto) son materias “de segunda” que
pueden devaluarse sacrificándolas al conocimiento del inglés? ¿Cuál es
la idea de una persona formada para la Consejería?, ¿Basta con saber
Matemáticas (para ser buenos contables) y no hacer faltas de ortografía?
¿Podrán pasar una selectividad tal y como la conocemos los niños de la
Escuela Bilingüe?, ¿O habrá que hacer una selectividad especial rebajada
en Ciencias e Historia para los niños de la Sección?, ¿El nivel
universitario español será equiparable al de los países europeos
desarrollados? ¿Serán capaces de alcanzar niveles de excelencia en la
Universidad con las carencias de formación que arrastrarán?
Si queremos una educación de calidad y que nuestros niños hijos e
hijas aprendan inglés de verdad, quizá fuera viable un sistema con
inglés reforzado. Para asegurar una eficiencia pedagógica y optimizar
recursos, sería fundamental introducir el inglés en Infantil,
maximizando en esa etapa el contacto con un inglés natural (nativos,
audiovisuales, etc.), para pasar a una Primaria en la que se impartieran
unas clases de inglés de calidad, fundamentalmente de inglés oral y con
pedagogía comunicativa, quizá usando temas que se estén tratando en
“Cono”, pero sin necesidad de atropellar ésta ni otras materias y quizás
ampliando el horario de inglés con la eliminación de religión. A partir
de 5º o 6º, la gramática y la lengua escrita podrían comenzar a ser una
parte sustancial de las clases de inglés. Los/las profesoras de inglés
debieran de, además de tener la titulación correspondiente, pasar un
riguroso examen con un control externo de prestigio, en el que se
evaluara su nivel de expresión oral, para garantizar
que la persona habilitada sea un verdadero C1 en cuanto a naturalidad y
fluidez oral, y que además tenga una pronunciación lo suficientemente
correcta para poder transmitir a los niños una fonética inglesa.
Una mirada al pasado, presente y futuro
El programa bilingüe de la CAM parece estar en la línea de otros
grandes proyectos especulativos a los que nuestro país se ha visto
sometido en los últimos años: oferta servicios que no puede cumplir, y
por lo tanto, estafa. El programa especula con el tiempo y el esfuerzo
de nuestros hijos y con sus oportunidades de futuro e invierte recursos
del estado en una formación a los profesores a todas luces inútil por
insuficiente para impartir clases, aunque sí les sea útil a ellos a
título personal.
España ha producido dos generaciones de personas educadas (muchas
actualmente en el paro). Algunas completaron estudios o se abrieron
camino en otros países (sin haber estudiado en cole bilingüe) gracias a
su buena formación en sus disciplinas. El inglés, muchos, lo aprendieron
después de los 18.
Lo que todos debemos comprender es que el inglés es un accesorio,
necesario para moverse en un contexto internacional, pero complementario
de la formación de una persona. El inglés, como todas las lenguas, es un vehículo del conocimiento pero no es conocimiento en sí. Si tenemos el complemento, pero falta la sustancia no hay persona formada….Si
nos falta la formación para investigar, crear y pensar, el buen inglés
de nuestros hijos les servirá para poder hablar a los turistas en su
trabajo de fijo discontinuo en la costa. Claro que hay gente que puede
pagar verdaderos colegios bilingües, y claro que a todos nos gustaría
que nuestros hijos hablen buen inglés. Pero nos engañan si nos hacen
creer que en España sea posible ofrecer una verdadera educación bilingüe
pública para todos. Es imposible, y mucho menos en época de recortes,
Pero SI es posible y hemos tenido buenos ejemplos, ofrecer una educación
publica de calidad universal si el estado se lo plantea con seriedad y
como una herramienta de redistribución e igualdad.
Un país nunca va a ser más culto ni más prospero si empieza por
descuidar su propia lengua, su cultura y la formación de su juventud a
favor de otra lengua supuestamente más importante -tanto como para
trastocar y poner en riesgo la calidad de la educación de un país-. El
programa bilingüe nace de un sempiterno complejo de inferioridad español
respecto a Europa, y quizá no falten razones, pero el camino de
superación nunca podrá partir de pretender ser lo que no somos, y somos
un país con una lengua romance, no somos anglosajones ni germánicos, y
habrá que partir de esa base real y construir a partir de ahí.
Una ciudadana, mayo 2012